miércoles, 20 de enero de 2010

Historia del esnobismo - Frédéric Rouvillois





Historia del esnobismo
Frédéric Rouvillois
Editorial Claridad

(Buenos Aires)

El esnobismo refleja siempre, aunque sea de manera indirecta y deformada, la evolución de las sociedades donde prospera: en la ocasión, los movimientos sucesivos de democratización y de mundialización. De ahí una semejanza todavía creciente: si es posible, entre los esnobs de todos los países. Pero en nuestros días vira a la cuasi identidad: los esnobistas, fashionistas y fashion victims del mundo entero ahora parecen todas hechas sobre el mismo modelo.
Historia del esnobismo muestra la evolución y permutación, desde el siglo XVII hasta nuestros días, de esta rara pero habitual clase social “los esnobistas”.
“…Como lo señalaba uno de los mejores conocedores de la materia, Émilien Carassus, si el esnobismo es de todos los tiempos, “no es menos cierto que responde más estrechamente a circunstancias históricas y espirituales peculiares”. Circunstancias que están presentes en el Imperio Romano camino hacia la decadencia, tal como en Europa después de la Revolución Francesa. Paul Morand estimaba que el esnobismo no puede aparecer y prosperar màs que durante las etapas intermedias de la monarquía absoluta y la sociedad sin clases: entre un sistema social en el que los rangos están a la vez estrictamente determinados y ampliamente aceptados por todos – de manera que las vanidades están condenadas a permanecer marginales -, y el sistema inverso en el cual la supresión autoritaria de las jerarquías y de las diferencias hace que todo esnobismo sea imposible. Se podrá, por cierto, criticar el detalle y señalar que en Francia, la monarquía absoluta, al trastornar las estructuras nobiliarias, amalgamándolas por fuerza en el crisol de la corte o abriendo a la burguesía el acceso a los más altos cargos del Estado, sin duda ha favorecido el surgimiento de cierto esnobismo, aquel del que se burlan Molière y Saint-Simon. O incluso objetar que también en la sociedad sin clases, las vanidades y las distinciones terminan siempre por deslizarse en los intersticios del sistema, como lo ha mostrado la experiencia soviética. En resumen, se puede discutir el detalle pero no la visión de conjunto. “Es más fácil engañar en una sociedad desorganizada que en una organizada donde uno no se conforma con ventajas imaginarias”.
Una opinión compartida por Joseph Epstein, que afirmaba que “el esnobismo tal como lo conocemos hoy no ha sido posible más que por el impulso de la democracia”. La democracia en el sentido social, implicando la existencia de una “sociedad abierta”, relativamente desestructurada y caracterizada por cierta perturbación de los valores y puntos de referencia  tradicionales. “Donde el rango social está claramente definido”, donde cada uno acepta su posición social, se conforma con ella y respeta las posiciones superiores, el esnobismo no puede tener más que un lugar deleznable. En cambio, adquiere toda su importancia cuando la sociedad es más fluida, y a medida que crece ese sentimiento de envidia al que Tocqueville consideraba especialmente desarrollado en los regímenes democráticos. Un sentimiento en el que él constataba, en la América de mediados del siglo XIX, que puede expresarse de mil maneras diferentes – anticipando, algunos años antes de la invención de la palabra, una de las características del esnobismo: su extrema diversidad. Si él hubiera vivido treinta años más, hasta la instalación de la Tercera República, habría podido notar también que la conexión, aparentemente paradójica, entre democracia y esnobismo no es en absoluto un fenómeno específicamente norteamericano…”.

Círculos y clubes

“…En la epopeya del esnobismo, la historia de los círculos ocupa un lugar central. Una historia que se remonta a los primeros decenios del siglo XIX, en el tiempo de la anglomanía triunfante, pero que prosigue hasta nuestros días, cuando los grandes círculos permanecen siendo lugares donde se concentra “la elite de la elite”. Y que continuarán codiciando aquellos que querrían pertenecer a ellos…”.

Las olas del antiesnobismo

“…en materia de automóviles, la masificación va a engendrar un tipo de esnobismo comparable al que se encuentra a propósito del deporte en general, o aun en la televisión o el turismo. Cuando una actividad inicialmente reservada a los happy few se convierte en una evidencia social insoslayable, ocurre siempre que algunos llegan a considerar como supremamente distinguido el hecho de darle la espalda: no practicar ningún deporte, no tener televisión, quedarse en casa durante las vacaciones o aun no tener automóvil…”.

El libro de Rouvillois presenta en forma completa y amena esta singular historia para entender este tipo de comportamiento, el de los esnobistas.

Frédéric Rouvillois: nacido en 1964, profesor de derecho público en la Universidad de París-V, vive en París. Autor de numerosas obras de historia de las ideas, es bibliófilo y coleccionista, desde siempre, de tratados de savoir-vivre. Su anterior obra Historia de la cortesía. De 1789 a nuestros días (Claridad, 2008) ha sido traducida a varios idiomas.


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