martes, 27 de marzo de 2012

Culturas juveniles - Rossana Reguillo






















Culturas juveniles



Formas políticas del desencanto

Rossana Reguillo

Siglo Veintiuno Editores


(Buenos Aires)

Los jóvenes han elaborado sus propias formas de organización que actúan hacia el exterior
-en sus relaciones con los otros - como criterios de protección y seguridad ante un orden
que los excluye y, hacia el interior, como espacios de pertenencia y adscripción identitaria,
a partir de los cuales es posible generar un sentido compartido sobre un mundo incierto.
La anarquía, los grafitis urbanos, sus músicas, los consumos culturales, la toma de la palabra
a través de nuevos y cada vez más sofisticados dispositivos digitales, la protesta, la huida,
sus silencios, la búsqueda de alternativas y los compromisos itinerantes deben ser leídos
como formas de actuación política no institucionalizada y no como prácticas más o menos
inofensivas de un montón de inadaptados.
Mucho más allá del ejercicio académico, los jóvenes latinoamericanos, sean argentinos,
colombianos, salvadoreños o mexicanos, los jovenes sin adjetivos, son un importante espejo
que permite analizar hacia dónde se mueve una sociedad; y el protagonismo que han adquirido
en la agenda pública durante los últimos veinte años expresa de múltiples maneras el profundo
malestar que nos habita, dice la autora.
La juventud, tal como hoy la conocemos, es propiamente una invención de la posguerra. En efecto, finalizado el conflicto bélico, quedó conformado un nuevo orden internacional que trazó una geografía política según la cual los vencedores accedían a inéditos estándares de vida e imponían sus estilos y valores. La sociedad reivindicó la condición de los niños y los jóvenes como sujetos de derecho y, sobre todo en el caso de estos últimos, como sujetos de consumo.
En el período de la posguerra, las sociedades del primer mundo alcanzaron una insospechada esperanza de vida, lo que tuvo repercusiones directas en la llamada "vida socialmente productiva". El envejecimiento tardío, gracias a las conquistas científicas y tecnológicas, reorganizó los procesos de inserción de los segmentos más jóvenes en la sociedad. Para restablecer el equilibrio en la balanza de la población económicamente activa, la incorporación de las generaciones de relevo tenía que posponerse, lo cual implicaba que los jóvenes fueran retenidos durante un período más largo en las instituciones educativas.
La ampliación de los rasgos de edad para la instrucción no es sólo una forma inocente de repartir el conocimiento social, sino también y principalmente, un mecanismo de control social y un dispositivo de autorregulación vinculado a otras variables. Fue también en la posguerra cuando emergió una poderosa industria cultural que ofrecía por primera vez bienes exclusivos para el consumo de los jóvenes. Aunque no el único, el ámbito de la industria musical se constituyó como el más espectacular. En el caso de los Estados Unidos, principal difusor de lo que sería "el nuevo continente social de la adolescencia" - como ha llamado Yonnet (1988) al mundo juvenil - las ventas de discos pasaron de 277 millones en 1955 a 600 millones en 1959, y en 1973 llegaron a 2000 millones (Hobsbawm, 1995). El acceso a un mundo de bienes, posibilitado por el poder adquisitivo de los jóvenes de los países desarrollados, delineó señales identitarias que se reconocerían e internacionalizarían rápidametne. Para el historiador Eric Hobsbawm, la cultura juvenil se convirtió en la matriz de la revolución cultural del siglo XX, visible en los comportamientos y las costumbres, pero sobre todo en el modo de disponer del ocio, que configurarían cada vez más el ambiente que respiraban las mujeres y los hombres urbanos.
Este libro se propone mostrar que la categoría de “joven” exige algo más que parámetros biológicos para ser plenamente comprendida. Con una vasta experiencia de campo en los territorios juveniles, Rossana Reguillo restituye la complejidad de los procesos mediante los cuales las nuevas culturas emergentes (taggers, ravers, rastas, etc.) ponen en crisis e interpelan a las retóricas oficiales. Porque los jóvenes no son el futuro, sino el presente actuante, su potencia de cambio, e interrogarlos es un modo de atisbar los modos en que la sociedad se inventa a sí misma.
Esta nueva edición, que actualiza y amplía un libro que ya se ha convertido en un clásico, aspira a mantener activo un debate fundamental: el de las y los jóvenes que hacen el mundo del mañana.

Rossana Reguillo es doctora en Ciencias Sociales, especializada en Antropología social; profesora – investigadora del Departamento de Estudios Socioculturales del ITESO; investigadora Nacional SIN (Sistema Nacional de Investigadores, nivel III), y miembro de la Academia Mexicana de las Ciencias. Ha impartido clases como docente invitada en varias universidades de Latinoamérica, España y los Estados Unidos. Ha sido Tinker Visiting Profesor en el Center for Latinamerican Studies (Universidad de Stanford, 2001), catedrática UNESCO en Comunicación (Universidad Autónoma de Barcelona y Universidad Javeriana de Bogotá, 2004), y Andrés Bello Chair en Cultura y Civilización Latinoamericanas (Universidad de Nueva York, 2011).
Es autora, entre otros libros, de La construcción simbólica de la ciudad (1996), Horizontes fragmentados. Comunicación, cultura, pospolítica (2005), y coordinadora de Los jóvenes en México (2010).

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