sábado, 25 de febrero de 2012

El capitalismo ¿es moral? - André Comte-Sponville






















El capitalismo ¿es moral? por André Comte-Sponville
Editorial Paidós
258 páginas

(Buenos Aires) Isabel Suárez Valdés


André Comte-Sponville, destacado filósofo francés, autor de Pequeño tratado de las grandes virtudes, La felicidad, desesperadamente, El amor, la soledad, Invitación a la filosofía o Diccionario filosófico, publica esta obra para ayudar, según sus palabras a ver más claro, a adoptar decisiones, en definitiva a asumir responsabilidades -profesionales, morales y políticas- frente a los diferentes desafíos que el mundo actual nos impone. Se dirige, pues, sobre todo al futuro ...). En el estado en que se presenta, es decir, imperfecto, este libro querría aportar una contribución, dice Comte-Sponville, por modesta que fuera, a los debates del momento. En el difícil período que atravesamos, esta razón me ha parecido una justificación sufiente, sostiene.



La política y la moral



La política, dice el filósofo francés, ya no interesa a mucha gente, sobre todo no a los jóvenes. Si todavía siguen hablando de ella, la mayoría de las veces es para burlarse, ya que no la perciben apenas más que bajo el aspecto irrisorio que le dan los Guiñoles. Del mismo modo, sostiene el autor, estos mismos jóvenes, que se han desinteresado masivamente por el terreno político, han llevado a cabo un retorno manifiesto del lado de cierto número de preocupaciones morales, desde luego con frecuencia rebautizadas, porque la palabra moral está un poco anticuada. Los jóvenes prefieren hablar de derechos humanos, el humanitarismo, la solidaridad, pero no dejan de ser morales.

El filósofo está hablando de los jóvenes franceses en la actualidad y da como ejemplo la preferencia entre la juventud del abate Pierre, defensor de los pobres y los marginados, entre otras personalidades.

Las respuestas individuales y morales que desde hace dos décadas constituyen la tendencia a los problemas de índole colectiva, social y conflictiva y por consiguiente políticos, son perfectamente respetables en su orden pero evidentemente también incapaces de resolver e incluso también de plantear a fondo esos problemas.

El filósofo argumenta que así como hace treinta o treinta y cinco años la política podía reemplazar a la moral actualmente es otro error creer o dejar de creer que la moral aunque se rebautice como derechos humanos o humanitarismo podría sustituir a la política.



El fin de la generación moral





La generación moral está llegando al final de su trayecto sostiene Comte-Sponville. Pone como ejemplos al abate Pierre, los Restaurantes del Corazón, Médicos sin fronteras, SOS Racismo, - evidentemente muchas de éstas instituciones funcionan en Francia - y el filósofo sostiene que funcionan en la actualidad pero ninguna tiene esa especie de aura inmaculada ni suscita el entusiasmo unánime que producía hace diez o quince años. Pero el filósofo no sabe ni es profeta, dice, qué generación puede venir después de la generación moral.



Una generación espiritual





Si busco, dice Comte-Sponville en el último período, un fenómeno que haya concernido masivamente a la juventud y que esté al mismo tiempo cargado de sentido, hay uno que se impone por encima de los demás y que me choca tanto más cuanto me habría parecido, hace treinta años, inconcebible: es el muy asombroso y enorme éxito de las Jornadas Mundiales de la Juventud, en torno a Juan Pablo II, a las que asistieron más de un millón de jóvenes en París, hace seis años - o sea, salvo que me equivoque - dice el autor, la mayor reunión de jóvenes en Francia desde 1968 y dos millones en Roma, tres años más tarde, aunque sólo cuatrocientos mil en Toronto el año pasado y en tierra protestante, en torno a un papa con talento, carismático, mediático, pero también envejecido, y del que lo que menos se puede decir es que su discurso dirigido a la juventud apenas se caracteriza por su demagogia, sostiene.

El filósofo, que estuvo en París durante esas jornadas recuerda no solamente la cantidad de jóvenes que asistían sino la atmósfera, la alegría, la serenidad como una fuerza tranquila de un nuevo género.







El autor tiene una hipótesis y es después de la generación del todo política - los sesentayochistas -, después de la generación del todo moral, quizás se esté explorando ahora una generación espiritual, una generación que vuelve a hacer de la cuestión espiritual que se podría creer obsoleta desde hace decenios su cuestión.
El filósofo se pregunta en qué consiste la cuestión espiritual y define esquematizada al máximo, la cuestión política como la cuestión de lo justo y lo injusto. La cuestión moral es la cuestión del bien y el mal, de lo humano y de lo inhumano, dice. Y la cuestión moral es la cuestión del sentido. Y me parece, dice que esta cuestión después de algunos años tiende a volver al primer plano en la cabeza o en el corazón de los jóvenes.
Hay dos cuestiones que van juntas dice Comte-Sponville: ¿qué haces por los más pobres? y ¿cuál es el sentido de tu vida? están vinculadas y no dejan de ser menos diferentes.
El filósofo señala que el éxito literario más sorprendente en Francia, del final de la década de 1990 es de un autor desconocido de un país del Tercer Mundo, Paulo Coelho con su libro El alquimista. Un libro de título esotérico sin una página de sexo ni una línea de violencia. El alquimista es un relato de una búsqueda espiritual, si el libro hubiera aparecido diez años antes habría pasado desapercibido dice el autor, tal vez dentro de veinte años será olvidado. Pero ha llegado en el momento preciso y en eso consistió su enorme éxito e incluso, si se compara con la calidad del libro, un tanto desproporcionado, afirma el autor. Se trata de un fenómeno social más que un fenómeno literario que varios intelectuales parisinos irritados por el éxito ajeno, se apresuraron a denunciar, señala el filósofo francés.
El filósofo hace un recorrido por la historia. El desmoronamiento del bloque soviético a finales de la década de 1980, es lo que se ha dado en llamar el triunfo del capitalismo, pero el capitalismo pierde también la especie de justificación negativa que el adversario - el comunismo - le ofrecía en bandeja- . El capitalismo no se plantea la pregunta de qué sentido tiene vencer cuando no se sabe para qué vivir. Sino que en parte, es lo que constituye su fuerza, porque según el filósofo no tiene necesidad de sentido para funcionar. Pero los inviduos sí, y las civilizaciones también.
Las sociedades tienen horror al vacío, afirma Comte-Sponville.
Después de hacer un repaso por la filosofía de Nietzche. Comte-Sponville atribuye un sentido a la famosa expresión nietzcheana sobre la muerte de Dios. Dios ha muerto socialmente dice el filósofo, aunque Dios está vivo aquí en esta sala para todos los que creen en él. Los inviduos pueden creer en Dios pero nuestra sociedad ya no puede fundar su cohesión en él. Esto provoca un gran vacío que debilita el cuerpo social.
Es la comunión lo que hace la comunidad y no al revés. No porque exista una comunidad constituida hay comunión, sino al contrario,porque hay comunión hay comunidad y no un simple conglomerado de individuos yaxtapuestos o concurrentes.
El filósofo se pregunta qué comunidad puede existir cuando ya no hay comunión. Recurre a Michel Serres, quien decía que la religión es lo que religa y que si esto es así lo contrario de la religión no es el ateísmo como se cree normalmente, sino la ausencia de vínculo, la negligencia, porque etimológicamente la negligencia, significa ausencia de vínculo.
Lo que nos amenza hoy en día, dice el filósofo francés es una era de negligencia generalizada, es decir una pura y simple disolución del vínculo social., de manera que nuestros conciudadanos, que se han vuelto incapaces de comunicarse en algo, ya no pueden más que cultivar indefinidamente su pequeña esfera privada, lo que los sociólogos llaman el triunfo del individualismo.que forma muy buenos consumidores.
Así nuestra sociedad podría subsistir pero se habría acabado nuestra civilización y nunca una sociedad sobrevivió mucho tiempo a una civilización que había sido la suya, argumenta el filósofo.
Cuanto menos necesidad tenemos de religión dice el filósofo, más necesidad tenemos de moral, sin duda más que en cualquier otra época conocida de la humanidad civilizada. Nunca desde hace treinta siglos ha existido una sociedad hasta tal punto laicizada, nunca desde hace tanto tiempo una sociedad tan poco religiosa en sus honduras que la nuestra. Tenemos, dice el autor, más necesidad de moral de la que nunca se ha tenido desde hace al menos tres mil años.
¿Qué es la moral? se pregunta el filósofo y responde con Kant: es el conjunto de nuestros deberes, el conjunto de las obligaciones o de las prohibiciones que nos imponemos a nosotros mismos, no forzosamente a priori - en contra de lo que quería Kant- sino independientemente de cualquier recompensa o castigo esperados, e incluso de cualquier esperanza. Es el conjunto de lo que vale o se impone, para una conciencia dada, incondicionalmente. Ser moral es ocuparse del propio deber, ser moralizador es ocuparse del deber de los demás y esto último resulta mucho más fácil señala el filósofo. Y también el autor señala lo que denomina un fariseo:aquél que respeta la letra de la ley moral pero del que se considera que le falta algo y ese algo es el amor.Y el filósofo se introduce así en el orden ético, el orden del amor.
Esta obra de André Comte-Sponville que seguramente provocará polémicas un instrumento para comprender la época actual.



(c) Isabel Suárez Valdés






(nota de archivo)

miércoles, 22 de febrero de 2012

Pedagogía del oprimido - Paulo Freire
















Pedagogía del oprimido
Paulo Freire
Siglo XXI Editores

(Buenos Aires)

Paulo Freire (Recife, 1921- San Pablo, 1997) es uno de los más destacados pedagogos del siglo XX. Fue profesor de escuela, creador de ideas y del llamado "Método Paulo Freire". Esta metodología utilizada en Brasil en campañas de alfabetización le acarreó la persecución ideológica, la prisión después del golpe militar de 1964 y un largo exilio. Con su revolucionario método introdujo a los analfabetos en la complejidad del conocimiento como primer paso para ensanchar el horizonte del mundo, recuperar la dignidad y construir la esperanza. Sus obras publicadas en gran parte por Siglo XXI editores, ofrecen ideas claras y rotundas, sencillas y sugerentes, abiertas a todos los lectores. Recibió el título de Doctor Honoris Causa en veintisiete universidades internacionales, entre numerosos reconocimientos, como el Premio UNESCO de Educación para la Paz, en 1986, y el Premio Andrés Bello de la Organización de los Estados Americanos, como Educador de los Continentes, en 1992.

Fragmento:

"...Una vez más los hombres, desafiados por la dramaticidad de la hora actual, se proponen a sí mismos como problema. Descubren qué poco saben de sí, de su "puesto en el cosmos", y se preocupan por saber más. Por lo demás, en el reconocimiento de su poco saber de sí radica una de las razones de esa búsqueda.
Instalándose en el trágico descubrimiento de su poco saber de sí, hacen de sí mismos un problema. Indagan. Responden y sus respuestas los conducen a nuevas preguntas.
El problema de su humanización, a pesar de haber sido siempre, desde un punto de vista axiológico, su problema central, asume hoy el carácter de preocupación ineludible.
El monólogo, en cuanto aislamiento, es la negación del hombre. Es el cierre de la conciencia mientras que la conciencia del mundo se adentra en sí, adentrándose más en su mundo, que, reflexivamente, se hace más lúcida mediación de la inmediatez intersubjetiva de las conciencias. La soledad, y no el aislamiento, sólo se mantiene en cuanto se renueva y revigoriza en condiciones del diálogo.
El diálogo fenomenaliza e historiza la esencial intersubjetividad humana; él es relacional y en él nadie tiene la iniciativa absoluta. Los dialogantes "admiran" un mismo mundo; de él se apartan y con él coinciden: en él se ponen y se oponen. Vemos que, de este modo, la conciencia adquiere existencia y busca planificarse. El diálogo no es un producto histórico, sino la propia historización. Es, pues, el movimiento constitutivo de la conciencia que, abriéndose a la finitud, vence intencionalmente las fronteras de la finitud e, incesantemente, busca reencontrarse
más allá de sí misma. Conciencia del mundo, se busca ella misma en un mundo que no es común; buscarse a sí misma es comunicarse con el otro. Mientras más se intersubjetiva, más densidad subjetiva gana el sujeto...".

jueves, 16 de febrero de 2012

Escritura y cuento terapéutico - Mónica Bruder

























































Escritura y cuento terapéutico
Enfoque teórico-clínico
Mónica Bruder
Prólogos de James Pennebaker y Martina Casullo
Ediciones Hormé

(Buenos Aires)

"La obra de Mónica Bruder presenta uno de los más importantes y actuales descubrimientos
en psicología: el poder de la palabra. Recientemente, un centenar de estudios científicos han demostrado que cuando las personas escriben acerca de las experiencias traumáticas que han sufrido, su salud mejora. Incluso si escriben sobre experiencias tristes al menos 15 minutos por día durante tres o cuatro días comienzan a dormir mejor, comienzan a pensar con mayor claridad y a notar mejoras en su funcionamiento inmune.
Bruder y sus colaboradores en Buenos Aires han sido los principales investigadores acerca
de la escritura terapéutica en la Argentina. El presente trabajo aborda la escritura terapéutica
anterior y la aplica a casos individuales de una forma interesante y creativa. El libro de Bruder
debería ser bibliografía de lectura obligatoria tanto para psicoterapeutas como para todo aquel
que se encuentre angustiado."
Dr. James W. Pennebaker




La autora distingue entre escritura terapéutica y cuento terapéutico. Éste último debe concluir
con final positivo. El final positivo no implica una solución simplista al conflicto vivido en tanto final feliz de los cuentos de hadas sino la elaboración, la construcción, la resolución simbólica
de lo traumático acontecido. Final positivo en sentido resolutivo.
Si un sujeto pasa suficiente tiempo escribiendo, eventualmente encuentra los detalles correctos, descubre la frase apropiada y los finales necesarios, el sujeto resuelve esa búsqueda a través de una resolución simbólica.
Al comprometerse con la escritura, con el trabajo creativo, se permite pasar de la insensibilidad al sentimiento, de la negación a la aceptación, del conflicto y caos al orden y resolución, de la ira y pérdida a un crecimiento profundo. Del dolor a la alegría.
Mónica Bruder cita a Isabel Allende y a otros escritores como Kenzaburo Oe, Janet Frame, Imre Kertész, donde la escritura permite una reparación simbólica. El caso de Isabel Allende y su novela Paula, donde cuenta la experiencia de la enfermedad terminal de su hija, le salvó la vida. "Allende no es sólo una contadora de historias sino una dadora de historias. Con la escritura el sufrimiento puede ser tramitado en arte" dice Bruder.
En el caso del cuento terapéutico, el conflicto que se resuelve se presenta como una fotografía, como una condensación de lo vivido en forma traumática por el sujeto y termina en forma positiva, resolutiva al mismo tiempo.
Carlos Chernov, psiconalista y escritor, al referirse a la angustia en dos escritores argentinos, Julio Cortázar y Jorge Luis Borges menciona un reportaje realizado a Cortázar en el que el escritor comenta que algunos de sus cuentos tienen, al escribirlos, efectos terapéuticos. En particular Circe, donde una muchacha procaz asquea a sus novios ofreciéndoles bombones rellenos de cucarachas.
El cuento terapéutico no es fábula, porque la fábula es dogmática, rígida, moralista. La moraleja que cada una encierra alude a un deber ser: existe un único camino posible a cumplir, de lo contrario aparece el castigo. El cuento alivia la culpa, el cuento es a la ética lo que la fábula a la moral. Es una toma de distancia que permite una mejor descripción de las conductas humanas. No presenta la verdad sino una verdad, por lo general la que guía la escucha de cada oyente o del creador de ese cuento.
Tampoco es mito, ya que el mito es una narración que da cuenta del origen y sentido del universo, con explicaciones cosmogónicas de los comienzos, generalmente a través de seres fantásticos. Tiene que ver, por lo tanto con lo ejemplar y paradigmático. En el mito el final es trágico, en cambio en los cuentos terapéuticos es positivo a pesar de lo dolorosa que pueda ser su historia.


Mónica Bruder es Doctora en Psicología P.h. D. Su formación de base fue en el campo de la enseñanza y de la psicopedagogía (Licenciada en Psicopedagogía y Profesora de enseñanza primaria.
Es profesora invitada del Posgrado Internacional de Resiliencia. Universidad del Museo Social y Universidad de Lanús. Es profesora titular de la Cátedra de Psicología de la Educación, Universidad de Palermo.

sábado, 4 de febrero de 2012

La gran transformación en el gusto musical - William Weber




























La gran transformación en el gusto musical
La programación de conciertos de Haydn a Brahms
William Weber
traducción: Silvia Villegas
Fondo de Cultura Económica


(Buenos Aires)

La mayoría de los conciertos está pensada para múltiples grupos con gustos, deseos y necesidades diversos; la planificación de un concierto es, por lo tanto, una especie de proceso político. Los músicos y los organizadores de conciertos aprenden a mediar entre estos grupos, buscando la manera de complacerlos, tanto individualmente como de manera conjunta. Esta adaptación social, sin embargo, era mucho más profunda en la vida musical durante el siglo XVIII que en la actualidad. Se realizaban menos conciertos, el público era más reducido y la vida musical tenía vínculos más estrechos y era necesariamente colegiada. A los escritores les complacía hablar de la República de la Música, donde se desarrollaban disputas comparables a las que se libraban entre los monarcas, los cuerpos legislativos y la opinión pública. El conflicto referido al gusto estaba incorporado a este sistema social; para algunos espectadores, la disputa musical era un placer intelectual. Este diálogo sobre los valores musicales cumplió la función del foro público donde los valores musicales se transformaron de manera fundamental durante la primera mitad del siglo XIX. El principio rector para el diseño de los programas de conciertos en el siglo XVIII, a menudo llamdo "miscelánea", surgió de una prolongada tradición musical. El número de conciertos que se llevaba a cabo en esa época era limitado; músicos y espectadores daban por sentado, en consecuencia, que tendrían que adaptarse unos a otros en cuanto a la programación, el gusto y la conducta social: los conciertos eran una empresa colegiada.
Mientras que en la actualidad esperamos que un típico concierto orquestal ofrezca tres obras de grandes compositores, los programas alrededor de 1780 incluían entre ocho y quince piezas, algunas de compositores fallecidos. En un mismo programa escucharíamos una mezcla de números de ópera, conciertos, solos instrumentales, oberturas o sinfonías y posiblemente un cuarteto para cuerdas o una canción.
Este libro se propone exponer específicamente cuándo y en qué tipo de conciertos surgió una división macroscópica entre la música supuestamente "ligera" y la "seria", en su relación con las nociones de "canciones populares" y "clásicos". Si bien las oberturas y selecciones de ópera mantenían vigente una "cultura común" entre muchos tipos de conciertos, la disputa recurrente sobre la manera de interpretar la música hace que la palabra "compartida" resulte inapropiada. Sin embargo, el libro no se propone discutir en profundidad los aspectos filosóficos del gusto.
La perspectiva, en cambio, está orientada al lenguaje convencional que usaban músicos, organizadores de conciertos y asistentes a los conciertos para sus discusiones dentro de la comunidad musical. El libro examina el período comprendido entre 1750, del cual pueden encontrarse un número significativo de programas, y 1875, el punto en el que se estableció un nuevo orden en la cultura musical. El epílogo evalúa el estado de la comunidad musical en 1914 respecto de estos temas.

jueves, 2 de febrero de 2012

Las estrategias de la reproducción social - Pierre Bordieu
















Las estrategias de la reproducción social
Pierre Bourdieu
Siglo Veintiuno Editores

(Buenos Aires)


Las estrategias de la reproducción social del sociólogo francés Pierre Bordieu, libro editado por Siglo Veintiuno editores, reúne nueve artículos escritos entre 1976 y 1994.
La compilación y la introducción es de Alicia B. Gutiérrez.
El libro tiene como objetivo fundamental acercar al lector en lengua española textos (algunos ya "clásicos", otros menos conocidos) que, siendo siempre resultado de discusiones teóricas e investigaciones empíricas, nos permiten precisar ciertos conceptos claves para el análisis sociológico, apreciar sus consecuencias metodológicas, evaluar, en fin, sus alcances y potencialidades. Tratando siempre de no caer en el sesgo intelectualista - aquel que nos lleva a "percibir el mundo como un espectáculo, como un conjunto de significados a la espera de ser interpretados, más que como problemas concretos que demandan soluciones prácticas".
Alicia B. Gutiérrez propone tomar estos textos como un repertorio de herramientas que pueden ayudarnos a pensar y a construir aquellas que específicamente utilizamos para abordar nuestra propia realidad.
En este libro, Pierre Bordieu disecciona las estrategias, conscientes o no, que en diferentes campos procuran la reproducción de una clase o de una fracción de clase, es decir, la conservación o la mejora de sus condiciones de vida y de su posición respecto de otros grupos. Esas estrategias, que tienden a garantizar las diferencias de clase y por tanto los modos de dominación, dependen siempre del volumen y de la estructura del capital que se posea, y se juegan en distintos espacios; el ámbito familiar, allí donde se deciden los casamientos y el número de hijos, el ámbito educativo, donde se eligen las carreras y las orientaciones más convenientes, y donde la inflación y la devaluación de títulos obliga a redefinir las apuestas; el ámbito profesional, donde incide no sólo la acreditación formal que habilita a ocupar un determinado puesto sino los habitus de clase y los valores adicionales de prestigio o reconocimiento.