lunes, 2 de septiembre de 2013

La química está entre nosotros - Julio Andrade Gamboa - Hugo Corso



La química está entre nosotros
de qué están hechas las cosas
Julio Andrade Gamboa
Hugo Corso
Siglo Veintiuno Editores

(Buenos Aires)

Dentro de la colección Ciencia que ladra de Siglo Veintiuno Editores se puede leer La química está entre nosotros.
"...La historia de la química como ciencia moderna, al igual que la de muchas otras disciplinas, no estuvo exenta de hechos dignos de una obra dramática. Su evolución involucró una primera etapa en la que se reunieron y clasificaron los comportamientos de las sustancias. Por ejemplo, estaba muy claro que aquellas resistentes al calor (agua, sal,plomo, etc.) provenían del reino mineral, mientras que las que sufrían alteraciones debido al calor (azúcar, aceites naturales sangre, etc.) tenían un origen animal o vegetal. En otras palabras, en el mundo había sustancias inorgánicas y sustancias orgánicas. Durante el siglo XVIII, esta observación le sirvió de inspiración al químico sueco Jöns Jacob Berzelius (1779-1848) para constituir la teoría del vitalismo. Berzelius, que fue un verdadero acuñador de términos y a la vez una especie de tirano de la química, dijo que era imposible que una sustancia orgánica se convirtiera en inorgánica, y viceversa. La existencia de dos químicas diferentes, la inorgánica y la orgánica, fue incuestionable hasta que a alguien se le ocurrió un simple experimento: calentar cianato de amonio, una sustancia del reino mineral (o sea, inorgánica). Lo que obtuvo fue urea, uno de los componentes de la orina de los mamíferos, es decir, una sustancia orgánica. Lo curioso es que ese "alguien" era un joven alumno de Berzelius, el alemán Friedrich Wöhler (1800-1882), quien repitió el experimento un centenar de veces antes de comunicarle
la terrible noticia  a su maestro, a quien seguramente habrá tenido que jurar que había utilizado como material de laboratorio cápsulas de porcelana, trípodes, mecheros..., pero ningún riñón extracorpóreo en funcionamiento. No obstante es necesario aclarar que la clasificación entre química inorgánica y orgánica aún perdura, aunque con una concepción diferente. Se considera que las leyes de la química son las mismas, pero, a los efectos del estudio, las sustancias se agrupan según la composición molecular: las formadas por carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y algunos pocos elementos más se denominan orgánicas, mientras que al resto se las llama inorgánicas....".En este libro los autores ponen la lupa en el mundo que nos rodea para desentrañar la verdad de los átomos y las moléculas que lo componen; nos ayudan a perderles el miedo a las fórmulas y a ese gráfico de colores que era el terror del colegio secundario llamado pomposamente tabla periódica de los elementos; nos explican las aplicaciones prácticas de esta ciencia, su utilización en algunas industrias para mejorar procesos y su intento por copiar a la naturaleza para crear un mundo nuevo y mejor para todos; nos cuentan por qué es peligroso que nos suba la bilirrubina y nos revelan si es cierto que existen productos que “no contienen químicos” (como se ufanan algunas publicidades). Y no sólo eso, también delatan su presencia en el cine y la literatura, desde el gas hilarante de Chaplin hasta el brebaje del doctor Jekyll y la kriptonita de Superman.
También la química del amor, una presencia química más sutil en el cine, donde los autores explican a partir de un fragmento del film Los puentes de Madison, interpretada por Meryl Streep y Clint Eastwood, el proceso químico que se desencadena durante el enamoramiento. Según Donald Klein y Michael Lebowitz, dos médicos del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contiene grandes cantidades de feniletilamina, que sería la responsable de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que experimentamos en ese estado.
Un libro que nos contagia entusiasmo por conocer el mundo que nos rodea, un mundo hecho de sustancias químicas.

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