martes, 7 de febrero de 2017

Allende, la leche y yo, libro de Reinaldo E. Marchant por Manuel Silva Acevedo

 
Allende, la leche y yo - tapa del libro
Reinaldo Edmundo Marchant 
Reinaldo Edmundo Marchant y Manuel Silva Acevedo
(Santiago de Chile) Manuel Silva Acevedo

Quiero celebrar esta obra de Reinaldo Edmundo Marchant, por la lealtad a la memoria con que ha escrito el libro que se entrega a los lectores: Allende, la leche y yo. Relatos que he leído con placer.
Cuando muy pocos recuerdan o algunos evitan recordar a Salvador Allende y su Gobierno Popular, las Cuarenta Medidas y el medio litro de leche diario para cada niño chileno, este escritor san miguelino echa  mano a sus vivencias durante la Unidad Popular y el régimen de terror post golpe, y lo hace con emoción, con sincera gratitud por esa epopeya, esa quijotada que fueron los mil días de Allende.
Recuerdo que yo mismo fui allendista desde el año 1952, cuando desfilé por la Alameda de la mano de mi padre con motivo de la primera postulación de Allende a la Presidencia de la Nación.
También lo fui en 1970 y pude trabajar por su gobierno hasta el día del golpe en la Editora Nacional Quimantú.
Pero ahora que los “renovados” apenas mencionan el nombre de Salvador Allende, porque les resulta incómodo y hasta poco estratégico, Marchant le rinde tributo y exalta el propósito humanista y revolucionario con que el Compañero Presidente grabó su nombre en la historia de Chile, por más que le pese a más de alguno de los que se declaraban sus  fervorosos partidarios cuando les convenía. También, recrea con buena pluma una veintena de relatos de jóvenes que dispusieron sus vidas para el regreso de la democracia.
No se trata, en efecto, puramente de cuentos políticos, sino que de situaciones específicas históricas que Marchant novela con su pluma tan propia y única.
Diré que me une una emotiva amistad con Reinaldo Marchant, que fue testigo del asesinato por sicarios de Pinochet, de mi querido amigo y camarada, el periodista Augusto Carmona, y gracias a su testimonio el respetable Juez Alejandro Solís pudo encerrarlos en Punta Peuco.

Reitero mi beneplácito por esta obra de Marchant, que con su escritura llana y sincera, rescata páginas desconocidas de hombres y mujeres anónimos que se jugaron el pellejo para poner fin al horror de la dictadura, aunque esta se prolongue por otros medios hasta nuestros días.

(c)Manuel Silva Acevedo
Premio Nacional de Literatura 2016
Santiago de Chile

miércoles, 1 de febrero de 2017

Ruta 40 - Cinco mil doscientos kilómetros desde la Patagonia hasta el Norte argentino



Ruta 40
Cinco mil doscientos kilómetros
desde la Patagonia hasta el
Norte argentino
Fotografías Alejandro Guyot
Textos Sonia Renison
Prólogo de Martín Caparrós
Grupo Editorial Planeta

(Buenos Aires)
Alejandro Guyot y Sonia Renison recorrieron  la ruta 40 desde el kilómetro
cero de la Ruta Nacional 40, en la Provincia de Santa Cruz en el sur,
hasta el extremo de la Provincia de Jujuy, en el norte.
Realizaron el viaje en un poco más de un mes, tomaron once mil fotografías
y llenaron treinta y ocho cuadernos con datos, impresiones y entrevistas.
Ese material se organizó en un libro que tuvo su primera edición hace
10 años y fue difundido parcialmente en diarios, revistas, almanaques y
hasta en un seminario universitario. Y derivó en treinta nuevos viajes
por territorios ya conocidos.
Al final de todo ese camino está este nuevo libro, una reedición actualizada
que incorpora algunos cambios, manteniendo siempre el espíritu de la ruta.
La belleza y el misterio de muchos lugares fotografiados, además de los textos
adentran al lector en una especie de ensueño. "...La ruta es el túnel del tiempo
o un libro de historia leído al revés. A sus orillas, una serie de hoteles de los años
40 sostienen la memoria. Antes de llegar a 28 de Noviembre y en el medio de
un monte, el hotel Bella Vista condensa el atardecer sobre vidrios viejos. Las
piezas embalsamadas o en fotos son casi tan grandes como sus pescadores...".
"...Una gruta resguarda a la Difunta Correa, al Gauchito Gil y a Ceferino
Namuncurá, los tres representantes del santoral popular. Dicen que esta parte
sigue siendo Patagonia, y la prueba está en la jarilla, el molle, en Ceferino y los
choiques (ñandúes petisos) que se ven junto al camino.
Sin embargo, el espectáculo natural son esas pasarelas formadas por la lucha
entre el río y la piedra a lo largo de millones de años; una batalla en la que el
agua talla su propio cauce...".
"...Pasamos por un río congelado a pesar de que el sol le pega de lleno. El
cielo engaña: el frío es mortal. Se termina la huella que seguimos convencidos
de que es ruta y el paisaje se vuelve verde. Una manada de vicuñas corre por
el campo abierto; son delicadas, huidizas. Pero el verde que tiñe el campo
no es vegetación sino la tierra misma cargada de minerales...".
Leer este libro, con sus hermosas fotografías puede ser también un viaje por
la Argentina.