viernes, 3 de septiembre de 2010

Coquetos carnavales - Luis Cano






Coquetos carnavales
Luis Cano
Editorial Losada
Colección Teatro

(Buenos Aires)

Además de la versión de Coquetos carnavales, obra de Luis Cano, que se estrenó en el Teatro Sarmiento en 2009, con dirección del propio Luis Cano, el libro editado por Losada contiene trabajos acerca de la obra, testimonios de los responsables de la puesta y fotografías que la documentan.
Resultan enriquecedores, después de asistir al espectáculo, leer algunos testimonios:


Luis Biasotto

Movimiento

“…Sin duda el tratamiento físico de la violencia, algo que recorre todo el espectáculo, fue una preocupación primordial. En una obra en la que los personajes se están golpeando todo el tiempo, debíamos preocuparnos por trabajar la violencia de modo que al espectador no le resultara redundante ni demasiado incómodo o intolerable…”.

Guillermo Saavedra:

“…Hay una anécdota que se despliega: un grupo de hombres – banda, mafia, murga, troupe o caterva – confabulados para matar al líder echa andar la maquinaria de una matanza generalizada que no excluye la modalidad del suicidio.
Hay, también, en la sintaxis de la puesta, una vocación de circularidad, acentuada por una escenografía casi anatómica. La boca negra del escenario, con dos breves comisuras: una escupe a los miembros del grupo y la otra vuelve a engullirlos sin cesar. Desde la profundidad del centro, desde la bóveda de esa boca, emerge y desaparece la figura del líder. Y, sobre el paladar, un músico en escena da a los mohínes de esa boca una rítmica adecuadamente ruinosa. El espectáculo puede verse como una sucesión de regurgitaciones: la máquina del cuerpo, en una de sus funciones menos sublimes.
Cuando la muerte llega, sucede en traje de fantasía, en disfraz, carnavalesca: vestidos como la troupe de Titanes en el ring, los conjurados dan fin al líder, que se desangra en una hemorragia de talco. Luego otros son muertos, o buscan matarse. Y los muertos se empeñan en regresar. La escena, como se dijo, regurgita.
Es inevitable pensar en una parodia…” –

Acerca del vestuario y la escenografía, Gabriela A. Fernández dice:

“…El piso es negro, decía el autor, y hay viento. Supe que la sala elegida era el Teatro Sarmiento y que, en algún momento del proceso de escritura, el Julio César de Shakespeare había visitado a Luis Cano. Pensé entonces: teatro isabelino, un escenario elevado, y debajo de éste un lugar que haga las veces de depósito para la escenografía, tumba o caverna. Un escenario principal sin telón ni decorados, con un techo de madera y paja. Nada majestuoso (la riqueza visual estaría en el vestuario)…”

“…El vestuario. “Animales, cosas, muñecos y caricaturas”, pide, antes de los nombres de los personajes, la primera hoja del texto de Coquetos carnavales. Al leer la obra, tuve la imagen de unos seres que andan un poco disfrazados, llevan peluca, se pintan la cara y tienen frío. Y todo va del blanco al negro….”.

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